MI COLUMNA SEMANAL EN ODIEL

Una dimisión anunciada y esperada 
La de José Miguel de la Corte era crónica de una marcha anunciada y esperada. Cuestión de horas que el ya ex presidente recreativista dejara la poltrona que ocupó durante casi un año, por deseo expreso del máximo mandatario municipal, y tomara los mismos derroteros que sus compañeros de consejo. Once meses al frente de una nave encallada en la ruina económica, con amenaza de hundimiento y que, con el ímprobo trabajo de todos ellos, no sin múltiples complicaciones, consiguiera salir a flote. 

Y al frente de todo, un presidente como De la Corte, con tantas luces como sombras que se sintió cómodo hasta el desembarco “uruguayo”. A partir de ahí, ha estado sin estar en sí. Un presidente atípico, que ha pecado de demasiada generosidad verbal a pie de calle, y al que compartir mesa y decisiones con “gente extraña” no le ha beneficiado en nada ni en su aspecto personal ni en el acontecer diario del club que presidía. Parecía, o así lo veía yo, que no quisiera asimilar su interinidad en el cargo. 

Han sido demasiadas trabas a una venta cantada y pregonada desde hace años, la única vía de escape posible para que este Recreativo de Huelva siguiera manteniendo su decanato. Antes o ahora, es de obligado cumplimiento agradecer a De la Corte y a su consejo la valentía de aceptar la propuesta del alcalde, guste o no, patrón de este Recre que bien necesita su despolitización. Por eso no entiendo por qué tantos obstáculos e interrogantes ahora que llega el momento de su privatización. Quizás hubiera entendido mejor una retirada a tiempo que una hipotética victoria moral. En el caso de De la Corte, ni una retirada a tiempo ni una victoria, ya que conocía desde el primer instante que no llegaba para eternizarse en el cargo sino para trabajar por y para el Recreativo de Huelva. De cualquier manera y por mi condición de recreativista no me queda más que agradecerle sus servicios prestados.

Comentarios